Fuimos pioneros en la comunicación del vino (II)

30 abril 2024

Hoy, con la irrupción de la comunicación digital, los costes para llevar la cuenta de comunicación de una bodega son muy inferiores, lo que ha generado, no sólo un cierto número de “francotiradores”, sino la escasa imaginación por parte de las bodegas para llamar la atención más allá de la calidad del vino. Basta con llenar la bandeja de entrada de los emails de los destinatarios con las “novedades” y convocatorias a almuerzos de presentación. En algunos casos, sin llamadas telefónicas de confirmación.

En mis primeros años en esta actividad, utilizaba los “ganchos” para evitar lo que más gustaba al bodeguero, como era que fueran a sus dominios para ver barricas y tinas de acero inoxidable, algo que aburría soberanamente al crítico enológico. En aquella época, apenas se inauguraban nuevas bodegas de carácter familiar, como sí ocurre ahora. Solo las bodegas potentes y con dinero eran capaces de añadir a su presentación escenarios atractivos. Entre las ideas celebradas, estas a continuación fueron las más atrevidas

Cómo atraer al periodista perezoso hacia una bodega

En los ochenta cuando un producto podía tener escasa repercusión, como el elemental rosado de la Bodega Gandía Pla, les propuse invitar a 8 periodistas punteros al famosísimo Hotel Mamounia de Marrakech para presentar su vino y que maridara con la cocina marroquí que, por sus características podía encajar. No se llegó a realizar porque al cliente le parecía dispendioso. Fueron ideas, entre otras, para asegurar la reseña del periodista. 

En aquellos años, con el fin de satisfacer el empeño de Ramón Rato (dueño de la Cadena Rato) en llevar un grupo de periodistas a su bodega de Jaume Serra (una labor difícil por el escaso gancho de esta firma), me puse en contacto con Félix Cabeza, el restaurador de La Dorada y propietario de una compañía de aviones privados, para trasladar a los periodistas confortablemente. La visita y la cata de sus vinos era lo de menos. El gancho del avión en exclusiva sirvió para el recuerdo de la marca

Las bodegas Faustino contaban entonces con una excelente distribución en Mallorca. Lugar que escogimos para fletar una reproducción de una goleta del siglo XVIII en la que llevar a la prensa. En su cubierta cocinamos a 10 kilómetros de la costa mallorquina con nada menos que Arzac y Subijana.  Otra propuesta fue a González Byass con motivo del Centenario del fino Tío Pepe para llevar un gran grupo de periodistas a visitar la bodega. El que más y el que menos ya había pasado por las soleras y callejuelas de esta prestigiosa casa, así que para añadir más morbo se me ocurrió llevar a los periodistas al cerrado Coto de Doñana en varios todoterreno por su naturaleza salvaje, ya que Mauricio González Gordon, el patriarca ya fallecido, era además presidente del Patronato del Coto. Ninguno se quiso perder esta aventura.


En otra ocasión, se me ocurrió fletar 3 globos aerostáticos con periodistas para recorrer unos viñedos riojanos, no recuerdo para qué bodega se hizo. Se eligió el mes de enero, el más anticiclónico y, por lo tanto, el más calmoso y con menor diferencial térmico entre el suelo y las alturas. Cuando los colegas subían al cesto aerostático, se levantó una ligera brisa que me acobardó. Yo, naturalmente, iba a entres después de todos en el cesto, lo que me permitió abstenerme en el último momento por la escasa necesidad que sentía de volar colgado de un globo, contemplando pie en tierra las caras iracundas de los que se iban alejando hacia el cielo. Uno de los globos hizo un aterrizaje poco ortodoxo, con rodilla en suelo de mi amiga Paz Ivison, que se acordó de todos mis antepasados.

En alguno de los primeros años de los Noventa, Jean Gervais, dueño de Cosme Palacio, transformó la tradición del “vino de cosechero” de Rioja Alavesa en un verdadero beaujolais, al que puso el nombre de Milflores. Baiser de fleurs, como él decía, admirando la flora silvestre riojana que rodeaba en cada primavera sus viñedos de Laguardia. Sostenía su idea de cómo se mezclaba el polen de las flores con el polen de la vid, impregnando las pieles de las uvas, dotando al vino de los aromas florales que tanto le seducían. En aquellos años, nos encargó la presentación del vino. Le sugerí una tienda de flores madrileña cuya originalidad motivó la presencia de un nutrido grupo de periodistas. Gervais era un tipo soñador, con muchas ideas, pero más o menos atándole en corto Luis Valentín, que era el consejero delegado con el que sintonicé muy bien.

Viaje en helicópteros

No recuerdo en qué año de los noventa Enrique Forner, dueño de la de Marqués de Cáceres me llamó para que mi agencia le hiciera un plan de comunicación de la bodega. Le planteé un dossier en donde se ponía de relieve el éxito de conciliar calidad y volumen y ser el precursor en la implantación de medidas de mejora del vino riojano vía Consejo Regulador. Me respondió que no quería personalismos. Nuestra función le interesaba para publicar los premios, las buenas puntuaciones de los críticos, reseñas de sus vinos y los concursos internacionales en los que participaban. Cualquier iniciativa que creara envidias en el sector me la abortaba. Un día Forner me dijo si podría convocar en la bodega a la prensa especializada. Le respondí que los periodistas estaban ahítos de ir a bodegas y más con la imagen de grandes volúmenes de la firma de Cenicero según la crítica. Además, el traslado del grupo a esta localidad implicaba dormir una noche en Logroño. “Pues trabaje su imaginación” me dijo. Entonces me puse a buscar una empresa de alquiler de helicópteros para una ida y vuelta en el mismo día. Si merecía la pena la aventura de las hélices y la rapidez, se confirmó apuntándose todos.  Al cabo de un tiempo, le comuniqué que, si no explotábamos toda su dimensión empresarial, cancelaríamos el contrato y así fue. Todo un atrevimiento.

Cata vertical desde 1862

En 1988 o 1989, no recuerdo bien, me llama por teléfono Paco Hurtado de Amézaga de Riscal, convertido en director técnico general, para colaborar en el lanzamiento del tinto Barón de Chirel 1986. Pese a mi sorpresa de que contara conmigo para tal empeño, le respondí que sí. Había que terminar con la transición de los Setenta y comenzar un periodo de recomposición de todo o casi todo el parque de barricas. El banderín de enganche fue Barón de Chirel, un tinto rompedor y el primer paso de los cambios de estilo de la Rioja, que culminaría unos años más tarde.
Barón de Chirel fue la primera marca que no se etiquetaba con el nombre de Riscal. Entonces, el lanzamiento de un nuevo vino tenía que estar bendecido por la presentación en la bodega y no en un restaurante en Madrid. No se me ocurría una fórmula para llevar periodistas a Elciego cuando el incipiente periodismo gastronómico tildaba a las bodegas históricas como “viejunas” y temía ausencias.

Cuando contemplé el espectacular botellero de dos siglos, único en el mundo, con la boca pequeña pregunté a Paco si se podían sustraer algunas de las antiquísimas botellas como reclamo para acompañar al vino recién nacido, esperando su negativa por quebrantar el sagrado templo de su historia líquida. “No hay problema, -afirmó-, tenemos más de 100.000 botellas antiguas”. En ese momento, se me abrieron los cielos porque nadie rechazaría acudir a la bodega a probar la mayor arqueología del vino mundial. Fue el reclamo de lujo que nos permitiría llamar, no solo a los gurús nacionales, sino también a los extranjeros, bajo el título Cata Histórica Marqués de Riscal. Sobre esta experiencia, colaboré en 2008 en el libro editado por la bodega conmemorando el 150 Aniversario, en donde a la cata añadí las efemérides mundiales coincidentes con las distintas añadas recogidas del porfolio que, como agencia de comunicación, entregamos a la bodega. A partir de ese momento, y ya elaborando en la actualidad los mejores vinos de su historia, Riscal ha realizado con gran éxito varios encuentros de esta guisa porque ninguna bodega mundial posee un arsenal tan antiguo de viejas añadas (y yo feliz de mi ocurrencia).

    Escrito por Jose Peñín

    Uno de los escritores de vinos más prolífico de habla hispana y más conocido a nivel nacional e internacional. Decano en nuestro país en materia vitivinícola, en 1990 creó la “Guía Peñín” como referente más influyente en el comercio internacional y la más consultada a nivel mundial sobre vinos españoles.